Francia....oh la chanson...todavia no salgo de ese estado. En la entrada anterior de esta serie hablabamos del apasionado Serge, sus amores, desamores, su embriaguez y su perdida dentro de su propia telaraña creativa. Gainsbourg no tiene que envidiar nada la vida de nuestro nuevo foco de interes.
Su nombre de pila fue Yolanda Giglioti, una denominación no tan atractiva, años luz atras del fenómeno glamoroso que se convertiria durante los 60, 70 y 80. Su belleza exótica era su ticket al estrellato a una joven edad, cuando el director de cine galo Marc de Gastyne la instó a que siguiera una carrera como actriz. Llego a Paris y con su llegada vino una nueva mujer. Atras quedaron las cejas gruesas y el pelo negro, ahora una cabellera rubia y un nombre tan divino como su look: DALIDA.
Su voz etereal era insigne en la chanson francesa con temas como "Bambino", "Come Prima", "Gondolier", "Paroles Paroles", "Il Venait d’Avoir Dix-Huit Ans", y la saga de "Gigi l'Amoroso". Mas que sus canciones, lo mas resaltante de la historia de Dali es su vida personal. Era una mujer insegura de si misma, con unos sentimientos a flor de piel escondidos en esos espectaculares vestidos de lentejuelas. Una femina cuya necesidad de amor era tan intensa como la manera en la que interpretaba. Se le relacionó sentimentalmente a Alain Delon y hasta el mismo Serge, pero su corazón se lo robó un cantante italiano de nombre Luigi Tenco.
Era tan apasionado como ella, un cantautor promisorio en la escena milanesa que participó en el Festival de San Remo en 1967. Una decisión arbitraria (la descalificación de su canción Ciao, Amore, Ciao) hizo que el descontrolado Luigi se refugiara en su habitación de hotel para jamas regresar. Una bala en su cien, un misterio sin resolver, cegó la vida del joven Tenco y marcó el resto del espiritu de Dalida para siempre, tanto que comenzo sus numerosos intentos de dejar de existir.
Sin embargo, el incidente probó ser el nacimiento de una nueva Dali. Su periodo "Madonna" la vio vestirse de blanco y recibiendo ovaciones de minutos en sus presentaciones en el teatro parisense de Olympia. Se interesó mucho por la filosofia de Freud y la practica del Yoga, ademas de cosechar exito tras exito en el hit parade. Tuvo en sus manos a otro hombre, Richard Chanfray, tambien autoreferido como el "Conde de Saint-Germain", devoto a la mujer pero con una personalidad extraña que aturdia a los que la conocian. Nada podia detenerla, ni siquiera los incansantes conciertos en el Palais des Sports a fines de los setenta. Era la santa.
Aunque sus canciones la hicieron acreedora del primer disco de diamante entregado a una artista, los hechos de su mundo opacaban los reflectores. Dos de sus ex amantes, incluido Chanfray, se suicidaron, dejando a Dalida pobre de amor y entregada totalmente a su trabajo como cantante. Pero su paciencia solo pudo soportar poco. A los 53 años, se hacia cansada de todo, de los conciertos, de las canciones, de sus obligaciones como entretainer. Incluyendo tambien su papel como ser humano. Vivia en carne viva el dolor que representaba al cantar "Je Suis Malade" (Estoy harta), un hito en su carrera.
Todo lo planeó meticulosamente para el dia del 3 de mayo de 1987. Mandó a la sirvienta a su casa, se vistió con su mejor traje, subió con la mirada seca a su cuarto, preparó un whiskey y se tomó una por una todas las pastillas para dormir que encontró. Necesitaba cumplir con su cometido, asi que descansó en su cama, esperando el último aliento en sus sueños. En su buda situado en su mesita de noche, dejó sus palabras para que la recordaran. Moria una mujer y surgia una leyenda.
"Pardonnez-moi, la vie m’est insupportable"
(Perdoneme, la vida se ha convertido insoportable para mi)
Dalida
1 comment:
Nunca entenderé porqué "los grandes" siempre deben tener una tormenta dentro de ellos. Ahora me pregunto ¿Será que también es planificado? Digo, quedar como una leyenda, porque si algo es cierto es eso: No basta con la mítica que los envuelve, también deben acabar con sus vidas y hacer la cosa más tenebrosa.
El legado debe ser su objetivo y de que lo dejó lo dejó.
Luchi*cha
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